Buscando(te). La vida de los árboles.

Me dio por llorarte en este invierno entrecortado
suspendido en los ecos de esta aversión,
y al reparar en el tiempo presentí,
que lo único que he hecho ha sido equivocarme.
He teñido mis palabras en vano,
he caído en el olvido por lo que he emado,
te he buscado, te he imaginado de mil formas,
te he deseado tanto...
y sin embargo ningún verso te ha gobernado.
Pueda que ahora entienda, que significa amar.

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El mejor poema es el que aún está por escribir.

Mientras dure.

Aguacero y ron para los festivos de guardar,
la televisión como siempre, mejor en negro,
de música algo del maestro o tal vez un adagio,
y empezamos a escribir manteniendo el tipo,
con la cortesía de un día azul de resaca en los ojos,
aun así mientras dure seguiré.

Una rima de gracia para una sonrisa inesperada,
un verso con pena para unas lagrimas desordenadas,
o tal vez poema ruiseñor para antes de dormir.
Puede que me anime y hasta (te) escriba un cuento.
¡Qué intención más fabulosa para ser feliz!

Ahora cuéntame, cuéntamelo todo al oído,
yo prometo retener y creer, saber y responder
decir y descubrir que esconden tus palabras.
Te pintare al son de las olas,
al más puro estilo de Sorolla,
en la orilla de una isla que he inventado
por si nos da por escaparnos para olvidar.

¡Y sí!, presiento en mis manos un alza de jazmín y romero tenue,
que tiñe mis ventanas de otoño en la primavera que busqué.
y con o sin destreza aquí seguiré mientras dure.

Regálame un minuto con un beso azucarado para los lunes,
almidona mis pasos cansados de mañanas con sabor a naranja,
destapa mis ojos vagos, arrópame ante las estrellas,
¡que la luna sepa que yo me quedo aquí!, mientras dure,
e invítame a un fuego lento de finas hiervas al champan,
con lumbre para las acaricias y alguna frase ingeniosa para dar caza al día,
divagando en el desván de nuestras promesas.

¡Cómo no a ver visto tal grandeza para mi sien!
Te deduzco y te absorbo gota a gota desde este enjambre,
atrincherado en la oda de mi escritorio.
Pareces casi irreal y yo acostumbrado a esta locura, compañera de mi desventura,
me aventuro a medias, cabizbajo, a tientas y radiando por estos poros,
las ganas de un vivir que ya olvide en las fronteras del martillo y agua ardiente para las heridas.
Pero estos menesteres no concurren con un vuelva usted mañana,
y mi pecho asustado se aprieta porque quiere salir de mí,
pero él aun no sabe que solo eras el sueño que soñé ayer.

Ahora me lo dedico, un momento de paz para tal algarabía,
porque mi rutina nunca se vio en otro manjar igual.
Me vienen los excesos de un paraíso que ilumine allá por los años 20,
y como avalancha se me viene al costal la mezcla de esos colores,
que ya deje de pintar por no saber cómo seguir.
Los veo venir uno a uno, singulares formas de una partitura
que aun no he escrito y voy sin medir intentando darles vida.
pero con la calma la lluvia ha dejado de empañarme.
Aun así me ha empapado los huesos que ya aclaman una manta
para este invierno, que no queriendo, estará por venir.

Presiento como el resentimiento de un niño, al admirar su juguete tras el cristal,
que lo que se quiere no siempre se puede,
y al igual que ese niño pataleo al destino
porque el tiempo siempre me roba el caramelo.
Difícil es asimilar, aun con los años, que a veces no es justo lo que uno se merece,
y aunque no lo entienda aquí seguiré mientras dure,
con el verso en la boca y las palabras entre mis manos.

No hay nada pactado que sea suficiente,
ni el arte ni la ciencia dan con ello.
No hay tablas, no hay números, no hay filosofía alguna que pueda responder.
Mi voz se calla, mis letras hablan, mi razón me niega
y mi corazón está por mudarse, destino: Groenlandia.
Cuando el desastre concluye uno piensa en el yugo, en la mortaja
o si es preciso en salir corriendo.
Pero lo que había antes ya no está y uno piensa que un capricho sería ideal,
el egoísmo se aferra a la desesperación de la soledad diurna
y el tormento, el brebaje perfecto para estas noches.
El tiempo se convierte en maldito. Alguien le dio por hechizar a los minutos.
Este mal no se marcha ¡yo no quiero sufrir!, ¿alguien de encargo?
Mientras dure aquí seguiré.

Finalmente, anunciare en portada, llegado el momento esta despedida.
Tinta fresca para la ocasión pero sin comensales ni festejos,
con un... -¡muchacho!, así es la vida-, me será suficiente.
Cerrare los diarios, guardare los dijes y las alhajas,
me sentare de nuevo en esta alfombra de alquiler para las bienvenidas,
y mientras dure, válgame el santo de mi peregrinación, que aquí seguiré.

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Hay un chiste italiano buenísimo,
Esto es un pobre que va a la iglesia todos los días a rezar frente a la imagen de un santo
y le dice:

- San lo que sea, por favor, por favor, por favor que me toque la lotería.
Al final la imagen, desesperada cobra vida, baja la mirada y le dice:
- Hijo mío, por favor, por favor, por favor compra un billete.

( * Fragmento extraído de la película: - come, reza, ama - )